domingo, 17 de septiembre de 2023

LA HISTORIA DETRAS DE UNA FOTO

Día 22 de Mayo de 1980, Hora 13.00, un momento que quedara registrado en la historia y un vehículo, el P68 S, numero de chasis 70061, el último Rastrojero que vera salir industrias mecánicas del estado, IME. Junto al vehículo pintado de verde primavera que reluce bajo el sol, se agolpan operarios, técnicos, personal jerárquico y entre ellos a su lado, hay un señor con traje gris, de gesto serio, ese es mi padre Eduardo Raffo.


Eduardo comenzó su carrera dentro de la fábrica a muy temprana edad, a los 16 años dejo su ciudad natal a la vera del Rio Uruguay en la provincia de Entre Ríos para ir tras la búsqueda de un sueño, para todo joven estudiante de una escuela nacional de artes y oficio de aquella época, trabajar en la fábrica de aviones en la Ciudad de  Córdoba y fue así que una vez aprobado el examen, en abril de 1947 ingreso como tornero al instituto aerotécnico,  pasando luego a la oficina de  dibujo, desde donde observo el montaje de una nave industrial que se comentaba iba a ser parte de la nueva fábrica de automóviles y cuya estructura era un hangar móvil utilizado por los americanos en la 2º guerra mundial en el norte de áfrica y que fuera adquirido por el gobierno junto a muchos otros materiales como rezago de guerra. A los dos años ascendió a dibujante proyectista de utillajes en la fábrica de motores de aviones, en donde le encargan confeccionar los planos de matriceria del motor del automóvil Institec, echo a partir del desarme y copiado de un motor alemán de 2 tiempos de la época, de manera semejante a lo que hicieron años después los japoneses y más recientemente los chinos en sus albores industriales. Ese sería su primer contacto con la industria automotriz, luego de lo cual aceptara la oferta de pasar a trabajar en el mismo puesto en la incipiente fábrica de automóviles del IAME y allí conocerá al vehículo que lo marcara a sangre y fuego y al que acompañara en su derrotero desde la cuna a la tumba “el Rastrojero Diésel”. Junto a su desarrollo ocupara distintos cargos como jefe de mantenimiento en DINFIA, jefe de la planta de automotores en IME y gerente de producción en IMESA, cargo al que había accedido unos años antes al momento en que se tomó la foto.

Que habrá pensado ese día mi padre nunca lo sabré, puedo especular que quizá haya hecho un raconto de su recorrido que comenzó años atrás cuando se despidió de su madre en su Colon natal siendo casi un niño para lanzarse por caminos de tierra y cruzar en balsa el Paraná dejando detrás una Entre Ríos aislada del resto del país y así llegar a la “Docta”, crisol de la industria nacional de aquella época y espejo en donde toda una Latinoamérica con aspiraciones industriales quería mirarse. Habrán venido a su memoria todos los momentos que marcaron su carrera y su vida como el lanzamiento del vehículo P63  también conocido como Caburé que vino a modernizar al Rastrojero y fue un salto tecnológico hacia el futuro, en aquella jornada de 1964 en donde se aprovechó la visita del presidente Arturo Illia al cual admiraba por los valores que profesaba, para presentar los nuevos prototipos y así lograr un golpe de efecto que les permitiera institucionalizar la producción del nuevo modelo que finalmente se inició en 1967.


Rastrojero P63 de la primera serie 

También seguramente se habrá lamentado de no haber podido formar parte de la comitiva que viajo a Francia en el marco del proyecto  P80, un vehículo desarrollado conjuntamente con Peugeot, para lo cual en 1977 se enviaron dos unidades a ese país para ser probados a fondo en la pista de prueba y desde allí lograr el diseño de un nuevo modelo con los avances de la tecnología automotriz de por aquel entonces. Pero nada de eso sucedió, ni su viaje, ni el nacimiento del proyecto P80 que quedo enterrado junto a la piedra fundamental de la nueva planta de IMESA en la localidad de Ferreira. Como olvidar a todos los amigos, compañeros de trabajo y personajes que habían compartido alegrías y sinsabores durante todas las etapas que vivieron en la fábrica, en donde fueron madurando y creciendo al ritmo de los vehículos que fabricaban, dando lo mejor de sus vidas. Que lindos momentos en los eventos sociales en el club IME, en los campeonatos de futbol, en las cenas en donde sacaba sus dotes de recitador de los versos de  Gagliardi y era aplaudido con entusiasmo por todos los presentes.


Pero todo eso a partir de ese momento quedaba en su pasado y en el de todas las personas que de alguna forma habían sido parte del Rastrojero ya que  el decreto  N° 1448/80 de la dictadura militar, movilizado por Martinez de Hoz le asestaba un golpe de gracia a la fábrica y coronaba una larga historia de intentos de cierre,  dando inicio al proceso de liquidación de la empresa cuyo accionista mayoritario era el ministerio de defensa, y que se concreta en el lapso de 1 año.

En esa época yo tenía unos 8 años y si bien algo notaba que estaba pasando no llegue a darme cuenta cabalmente de lo sucedido hasta muchos años después cuando mi padre ya no estuvo. Hoy que me encuentro casi con la misma edad que tenía el, al cierre de la fábrica, comprendí por analogía lo dramático de la situación ya que es un momento cronológico, en donde uno recorrió un camino en la profesión y en la vida, cosechando experiencia y todavía tiene la energía para seguir el ritmo, casi decir que en la plenitud de la vida laboral, y de pronto que todo se venga abajo no debe haber sido nada fácil, más aun en una época en donde un trabajo era para toda la vida y los ascensos se lograban con mucho esfuerzo, tiempo y mérito.

 Tal vez por eso o por la necesidad de mantener a una familia numerosa con 5 hijos varones estudiando en todos los niveles es que acepto pasar como personal civil a la fábrica de aviones junto a muchos trabajadores y asistió a la comisión liquidadora en lo que fue la tarea más ingrata que le toco hacer en su vida, ya que observo de primera mano cómo se vendía por valor de chatarra lo que había costado construir con tanto esfuerzo. En esa época fue cuando sintió por primera vez un dolor intenso en el pecho y no dijo nada, como nunca expreso un reproche o señalo a alguien en particular por el cierre de su fábrica, tal vez lo tomo como el fin de un ciclo, pero lo cierto es que esa herida nunca cicatrizo y termino con su vida 20 años más tarde.



Material de la liquidación cabinas de vehículos P68 y M91

Luego el tiempo fue pasando sin muchos sobresaltos junto a su familia formada con su esposa Inés de toda la vida, también entrerriana y sus 5 hijos varones de los cuales soy el menor. A mediados de los 80 se desempeñó como asesor técnico de algunas de las empresas que compraron parte del material de la fábrica y lograron ensamblar algunos vehículos bajo distintas denominaciones pero sin mucho efecto. En 1987 Massey Ferguson compra las matrices y se embarca en el proyecto de resucitar al Rastrojero bajo el nombre de Ranquel, lo que lo lleva, primero a Rosario y luego a la ciudad de San Juan en donde se produjeron dichos vehículos. La aventura termino en 1990, luego de lo cual comienza con sus trámites jubilatorios y regresa a su ciudad natal.

La historia detrás de la foto comienza en los días de la liquidación, en donde todo el material que no se podía vender como chatarra o por su peso en hierro se comenzaba a desechar y es ahí en donde Eduardo ve que muchos objetos con valor histórico iban a ser tirados a la basura y decide traerlos a su casa en Córdoba, en donde quedaran guardados durante algunos años, luego de lo cual viajaran en la mudanza a San Juan y desde allí de vuelta a Entre Ríos en donde la familia tenía una casita cerca del rio, por lo que en una creciente habrá que mudarlos a un lugar más elevado, luego de lo cual serán archivados y es alli en donde comienzo a observar el material y me surgen preguntas que le hago a mi padre sobre las distintas cosas que me llamaban la atención de las fotos, manuales, anuarios, etc. Al principio no obtengo muchas respuestas, pero insisto y de apoco comienza a contarme esas historias que atesoraba en su prodigiosa memoria y surgen anécdotas, datos, personajes que empiezan a formarme una idea de lo que había significado para el ser parte de ese proceso histórico que le toco vivir y cuanto le había costado su fin.

Mis recuerdos de la fábrica se remontan a los días sábados en donde se hacían jornadas extras para cumplir con las entregas y lo acompañaba a realizar una recorrida, siendo mis lugares preferidos el horno de pintura y la playa en donde estaban los vehículos terminados, inmaculados, listos para ser llevados a los concesionarios a los cuales subía para sentarme en los asientos recubiertos por un plástico transparente que protegían los tapizados.

Como una forma de motivarlo en su última etapa, surge la idea de que pudiera contar su historia y es así que hablando con un amigo estudiante de cine que se estaba recibiendo, observa el material y se interesa en hacer como proyecto final un documental, por lo que sin mucho presupuesto se filman gran parte de las entrevistas iniciales y en abril de 2002 realizamos un viaje desde Colon a Córdoba en un Rastrojero Rural que todavía conservamos  y que fue convertido en estudio móvil para la ocasión, siendo este evento el hilo conductor del documental “Rastrojero Utopías de una Argentina Potencia” de Miguel Colombo y Marcos Pastor, del cual Eduardo fue uno de sus protagonistas principales. Parte de las fotos, sobre todo la del último vehículo conservadas no solo en imágenes sino también en negativos se hicieron conocidas gracias a este trabajo y si bien Eduardo no pudo ver su estreno ya que falleció en Octubre de ese año, alcanzo a contar todo eso que llevaba guardado y que era parte no solo de su historia personal, sino también la de una época y lo más importante sus nietos que no lo conocieron pudieron verlo recordando lo que más amo en su vida.

Hoy ese material junto a algunos vehículos forman parte de la incipiente colección Educativa Eduardo Raffo que se localiza en la localidad de Colonia Hugues, Entre Ríos y que busca rescatar parte de esa historia.

                                                                                                      Fernando Raffo

Este es el escrito original que fue editado y publicado por la revista Autohistoria N° 46 en su edición de Octubre de 2022 en las paginas 42 a 47, la que se puede ver en:

 https://issuu.com/autohistoria/docs/autohistoria_46_10_2022 


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